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La reserva moral del país

comunicaciones998

Por: MG (RA) Jairo Alfonso Aponte Prieto

En su tratado sobre la moral, Aristóteles se refiere a la naturaleza de la moral como soporte del Estado a indicar que: “En política no es posible cosa alguna sin estar dotado de ciertas cualidades; quiero decir, sin ser hombre de bien. Pero ser hombre de bien equivale a tener virtudes; y por tanto, si en política se quiere hacer algo, es preciso ser moralmente virtuoso. Esto hace que parezca el estudio de la moral como una parte y aun como el principio de la política, y por consiguiente sostengo que al conjunto de este estudio debe dársele el nombre de política más bien que el de moral”[i].


Tomando como referencia las razones éticas expuestas por el gran filósofo, es preocupante observar la ambivalente actitud de varios de los mal llamados “Honorables Congresistas” (HP como los llamó Artunduaga en su libro “Honorables Parlamentarios”)[ii]que, siendo responsables de delitos de lesa humanidad, niegan sus atrocidades sin el menor recato de vergüenza, ante un país presa de la amnesia. Se suman a ellos, otros que, habiendo cometido delitos contra la administración pública, exigen hoy el respeto a las decisiones de la Corte Suprema, cuando en su momento no acataron los fallos proferidos en su contra acudiendo a cortes proclives a su ideología para desconocerlos. Otros más que, por ambiciones políticas, hacen juego a intereses foráneos que buscan desestabilizar el país promoviendo la lucha de clases, con el propósito de sumergirlo en una absoluta anarquía. En ese rio revuelto buscarán una pesca perversa que nutra su ambición de poder.

Hacen parte de este licencioso grupo, algunos “Honorables Magistrados” que, olvidando el cáncer que corroe desde hace varios años a las altas cortes, toman decisiones no ajustadas al derecho, sino a sus intereses ideológicos y, en no pocos casos, económicos. Qué triste ver una justicia politizada en la que pocos colombianos hoy confían. ¿Han olvidado ya episodios como la “puerta giratoria”, “el cartel de la toga”, la liberación del genocida alias Jesús ‘Santrich’ facilitando su posterior fuga o muchos otros escándalos de los que han sido protagonistas varios de ellos?


En esta hecatombe moral no se quedan atrás ni expresidentes. Uno, a quien le fue retirada la visa americana por sus probados vínculos con el cartel de Cali y aun así se mantuvo en el poder, a costa de mancillar la imagen del país ante el mundo entero; otro que, en su afán de obtener un premio Nobel, entregó el país a quienes por décadas cometieron diversidad de actos atroces y hoy se ufanan de representar a los colombianos en su máxima instancia legislativa. Es amplio el abanico de exfuncionarios que durante sus respectivos mandatos delinquieron y hoy se encuentran libres gracias a unos jueces y fiscales de bolsillo que sirvieron impunemente a sus oscuros intereses. De allí la vergonzante impunidad en nuestro país que, según el Índice Global de Impunidad (IGI)[iii], ocupa hoy el quinto lugar en América Latina y el octavo a nivel mundial.


Pero lo más preocupante es que esta actitud haya permeado a no pocos sectores de la sociedad, con el auspicio de algunos medios de comunicación movidos por contratos multimillonarios, además de varios generadores de opinión con intereses non sancta.

Son muchas las evidencias que soportan estas afirmaciones. En primer lugar, basta leer los comentarios en redes sociales apoyando el llamamiento a la desobediencia civil, a irrespetar las instituciones, a atacar las tradiciones, a violentar los bienes públicos, en fin, a acabar con el orden. Esta actitud se ha hecho evidente durante las marchas violentas auspiciadas por políticos populistas y líderes sin escrúpulos interesados en desacreditar al gobierno y debilitar las instituciones. Otra prueba irrefutable la constituyen las asonadas de sembradores de coca en el sur del país quienes, junto con comunidades indígenas, han optado por desconocer la soberanía del Estado y la autoridad de sus representantes, secuestrando y ultrajando a soldados y policías para preservar su perverso negocio de narcotráfico. Se suma a ello, el crecimiento de grupos criminales organizados que buscan controlar diferentes zonas del país, generando todo tipo de conflictos sociales.


Ante este caos, vale preguntarse ¿dónde está la reserva moral del país? ¿Es posible que aún haya quienes se preocupen, de manera desinteresada y con “sentido virtuoso”como afirmó Aristóteles, por el futuro de Colombia?


Son muchas las voces, desde diferentes gremios, que claman hoy por enderezar el camino. Infortunadamente, como bien afirma Serrano (2016), la mayoría de los colombianos somos conformistas, un pueblo con “…grandes dificultades a la hora de construir consensos y un proyecto colectivo de nación que la pudiera perfilar de una manera creíble y coherente en el futuro”[iv]. No obstante, la preocupación por el futuro del país, amenazado por una izquierda recalcitrante y sin pudor, crece día a día entre quienes han luchado por construir un futuro promisorio para las nuevas generaciones. Campesinos, comerciantes, industriales, profesionales de todas las disciplinas, incluso algunos sectores políticos que ven el peligro buscan por diferentes medios, una tabla de salvación ante el avance calculado, metódico y progresivo de la amenaza.


En ese sentido, en reciente comunicado, la senadora Paola Holguín hizo un llamado a la Reserva Activa para que “…salgamos a defender la justicia, el estado de derecho y la democracia”. Contrario a lo que algunos sectores interpretaron como un “llamado a la violencia”, la senadora Holguín, consciente de la formación ética de quienes integramos la Fuerza Pública y nuestro compromiso indeclinable con el país, reconoce que conformamos no solamente la Reserva Activa de las Fuerzas Militares sino también la Reserva Moral de Colombia.


Como integrantes de la reserva activa entendemos que nuestra misión seguirá siendo velar por los más altos intereses de la patria, aquellos consagrados en la Constitución Política y que aprendimos en nuestras Escuelas de Formación y Capacitación, como los intereses nacionales. Para ello, se hace necesario crear un frente común. Nunca antes como ahora, se requiere la unidad de esfuerzos en pos de un solo objetivo: salvar a Colombia y sus Instituciones legítima y legalmente constituidas.

[i]Aristóteles. Moral. La gran moral. Moral a Eudemo. 2000 – Copyright www.elaleph.com

[ii]Artunduaga, E. Honorables Parlamentarios 2010 – 2014. HP Perfiles no autorizados. Editorial Grijalbo. Bogotá, 2012.

[iii]Universidad de las Américas Puebla UDLAP. Índice Global de Impunidad 2020. Tomado de https://www.udlap.mx/cesij/resumenejecutivo.aspx

[iv]Serrano, E. ¿Por qué fracasa Colombia? Delirios de una nación que se desconoce a sí misma. Editorial Planeta. Bogotá, D.C. 2016.

*LAS OPINIONES AQUÍ PUBLICADAS SON RESPONSABILIDAD DEL AUTOR Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DEL CGA

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