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El mar no genera votos, genera riqueza

Almirante (RA) David René Moreno Moreno - Ex Viceministro Defensa


Es paradójico que un gran país como Colombia, poseyendo dos anchos mares con una extensión muy similar a la del territorio continental e insular, no mire hacia estas aguas como el futuro, no solo de su economía, sino como eje fundamental de su desarrollo. El mar, que cubre aproximadamente el 75 % de la superficie de la tierra, ha sido y seguirá siendo pieza fundamental en el logro y la disputa de la supremacía de las grandes potencias.

Con frecuencia se habla de Alfred T. Mahan, gran historiador y estratega naval americano, quien con su publicación La Influencia del Poder Marítimo en la Historia (“The Influence of Sea Power Upon History”), escrito en 1890, influyó en forma decisiva en la política exterior de los Estados Unidos, así como en el pensamiento estratégico de varios gobernantes alrededor del mundo. Con esta publicación buscaba demostrar que el prestigio y la fortaleza del Imperio Británico tenían como base la supremacía marítima alcanzada por esta nación; la historia nos muestra que Mahan tenía mucha razón al vincular al mar como pilar del Poder Marítimo.

Es a partir de finales del siglo XIX cuando varios estados emprenden una importante labor para construir buques, conquistar o anexar territorios para establecer bases de apoyo para los buques de guerra y para los barcos mercantes que transportaban el creciente comercio a lo largo y ancho de los diferentes continentes. Esto les permitía a los países alcanzar los objetivos políticos, económicos y militares que fortalecerían su posición dominante en el nuevo siglo XX y que los convertiría en nuevas potencias mundiales. Hubo guerras a finales del siglo XIX con escenarios netamente navales, como es el caso de la guerra Hispano Norteamericana de 1898, donde los Estados Unidos le disputaron al gobierno español extensos territorios como Guantánamo, Filipinas y Puerto Rico, adquiriendo igualmente las islas de Hawái y posteriormente el dominio del Istmo de Panamá, para la construcción del Canal, adquiriendo de esta forma una increíble posición geoestratégica en el mundo. Lastimosamente Colombia y la mayor parte de sus gobiernos, a través de nuestra historia republicana, solamente han visto y seguirán interesados según sus agendas políticas, en la parte terrestre del país, pues desafortunadamente para ellos “el mar no produce votos”; que tristeza. Es una lástima que se siga pensando y actuando con ‘pensamiento mediterráneo’, aunque los países que no han sido bendecidos con costas marítimas, añoran y buscan cada día poder llegar al mar para involucrarlo dentro de sus planes de crecimiento y desarrollo. Qué bueno sería que ahora, cuando se acerca un nuevo período de elecciones, tanto de nivel presidencial como parlamentario, los diversos candidatos involucren en sus propuestas el empleo de los mares, para vincularlos al gran programa de crecimiento económico que tanto nos hace falta para generar miles de puestos de trabajo, aportar proteínas a la alimentación de los colombianos, y porque no, para generar riqueza a quienes establezcan empresas.

En esta añorada recuperación económica los puertos, las vías que los conecten con el interior del país, las flotas de buques mercantes, las flotas pesqueras, las diferentes facilidades portuarias, jugarán un papel muy importante para Colombia; no dejemos pasar esta oportunidad. Es de vital importancia vincular al extenso litoral Pacífico al desarrollo económico y social del país, es necesario impulsar el diseño y la construcción de buques para la Armada Nacional, para el transporte marítimo y fluvial, así como para estimular la exportación de los mismos; la industria naval genera miles de empleos directos e indirectos. De la misma forma, la Armada Nacional está llamada a jugar un papel vital en esta era post pandemia, no solo para que continúe sus operaciones contra el narcotráfico, como lo ha hecho en forma sobresaliente, sino también para que su presencia genere disuasión frente al pretendido uso de las aguas marítimas en actividades ilegales como el tráfico de personas, el contrabando, la pesca ilegal, la minería ilegal y para combatir la contaminación, pero también para la protección de la vida humana en el mar y la protección de las especies naufragas.

El mar es tan rico, que hoy hay gigantescas flotas pesqueras que vienen desde China a pescar en nuestras cercanías para contribuir a alimentar a sus más de 1.400 millones de habitantes, mientras que en nuestro país el consumo de pesca marítima es mínimo. Defendamos a Colombia, defendamos a nuestros recursos.


*LAS OPINIONES AQUÍ PUBLICADAS SON RESPONSABILIDAD DEL AUTOR Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DEL CGA

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