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Protesta social vs. Productividad social

Fue realmente satisfactorio ver que la jornada de protestas de la presente semana transcurrió en calma. ¡Sí se puede! El derecho constitucional venía siendo utilizado por fuerzas oscuras para exacerbar el odio y mediante la violencia aterrorizar a la gente de bien, destrozar la ciudad y afectar la maltrecha economía con gastos imprevistos para reparar los destrozos. En esta ocasión no lo lograron. Sin embargo, la pregunta que debemos hacernos como sociedad: ¿es oportuno congregar multitudes, parar las actividades laborales y afectar el comercio en la realidad actual de pandemia?


Al gobierno se le puede exigir cuanta cosa se ocurra, pero en todos los casos se necesitan recursos; estamos enfrentado el mayor reto de la historia reciente y el Estado requiere, en su orden, garantizar la salud y reactivar el aparato productivo. Miles de empresas quebraron, el desempleo se disparó; hay personas pasando necesidades y los recursos de la Nación no alcanzan, hay que priorizar, sin embargo, algunos no lo entienden y piensan que solo es exigir. Los gremios productivos dicen con preocupación: cada día de protestas deja pérdidas cuantiosas, pues por prevención el comercio cierra, la gente no sale a consumir, algunas empresas evitan desplazar a sus colaboradores, en fin, la economía se detiene en momentos en que necesitamos avanzar y producir.

La pandemia es como como una guerra, que como todos sabemos, está acabando vidas, destrozando familias y tiene pasando hambre a muchos. Cualquier sociedad civilizada entendería que la prioridad es restablecer la normalidad lo antes posible. Hay inconsciencia total cuando se invita a la “protesta social”, derecho democrático, en vez de invitar a la “productividad social”, más necesario aún. Es decir, toda la sociedad dedicada a lo primordial: preservar vidas, evitar los contagios, pero sobre todo a sacar adelante el país. La comparación más clara sería la de una familia donde el papá está en crisis por no tener empleo y la mamá se encuentra enferma, y sin embargo los hijos no hacen más que exigir por un mejor colegio, piden recursos para estudiar idiomas, además quieren mejor alimentación y dinero extra para su bienestar.

Qué bueno que al fin logramos protestar sin destruir, ni matarnos, pero ante las circunstancias actuales, deberíamos dejer ese derecho constitucional para cuando haya pasado la mortal pandemia y la sociedad pueda nuevamente tener con qué vivir y cómo alimentarse. No se debe olvidar algo tan simple: si no se reactiva la economía no habrá empleo, mucho menos se podrá pagar impuestos y será imposible atender las peticiones. El dinero no se coje de los árboles, hay que producirlo, si no preguntémosle a Venezuela que por no entender tan básico principio pasó de ser el país más rico del continente al más miserable. Qué triste, y pensar que tenemos dirigentes políticos incitando a la protesta, la desobediencia civil y la minga generalizada. ¿Qué futuro quieren para Colombia? Mientras tanto Fecode, en vez de agradecer que es un grupo privilegiado, lo que les permitiría transmitir esperanza e invitar a un futuro promisorio, deja de dictar clases por dos días; como si eso ayudara en algo a mejorar la calidad de la educación.

* Vicealmirante (Ra). Ph.D. y PADE de INALDE Business School. Tomado de : http://www.periodicodebate.com Foto: Esteban Vega. / revistaarcadia.com


*LAS OPINIONES AQUÍ PUBLICADAS SON RESPONSABILIDAD DEL AUTOR Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DEL CGA

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